Día 2. Caminando

Día 2. Caminando

 

Como decía la jornada anterior, nos levantamos a una hora moderadamente normal (bueno, Luk se despertó a las 5 pero logró dormitar un poco hasta las 7:30 que pusimos pie en moqueta). Era día de pateo. Para hacer una idea de la caminata que nos pegamos ilustraré al lector del plan de batalla. Tenemos 3 días completos en Vancouver. El primero, éste, trata de descubrir caminando toda la ciudad (entiéndase por ciudad la parte que aparece en los mapas turísticos). El segundo, mañana (que es hoy que escribo que ya dije que voy con un día de retraso) está dedicado a un lugar y una acción, a saber, Stanley Park y pedalear allegro ma non troppo. De eso ya hablaremos el próximo día. Y la tercera jornada tenemos recogida de coche de alquiler para cruzar al norte y ver uno de los parques con puente colgante (Capilano o Lynn) y en general la zona norte de la ciudad, todo al otro lado del río donde, si todo va bien… Bueno, que me enrrollo demasiado y esa historia se contará en su momento.

Retomamos y retrocedemos, que hablamos de nuestro primer día amaneciendo en la ciudad y ubicamos la acción saliendo del hotel Buchan dirección a lo que al final será nuestro lugar para terminar los días, la English bay beach. En ese momento mañanero con muy poco transeunte, lo que permite apreciar mejor el puntazo de idea que resulte de unir lo más abundante del país junto al sirope de Arce, los troncos, y una playa que se oriente a poniente, valga la incongruencia semántica, pero la lengua es caprichosa y pa seguir con la retórica imagínese que en ese momento de siente lo que hará en el tronco la gente, que se siente y mire a poniente y después se levante y… Toda esta mierda a qué viene? A que el primer episodio me quedó por mor del cansancio bastante soso y estoy intentando entrar en mi tocapeloteo habitual y decía, por si tanta tontería le ha despistado, que llegamos a la playa de la bahía de los ingleses y seguimos caminando por el borde del mar y su magníficamente dotado paseo del que hablaré en mayor profundidad mañana y pasamos por English bay ( no, no me he equivocado listillo/a, está «english bay» y también «english bay beach» vale? (léase esto último con pose y careto de Belén la princesa del pueblo Esteban) y seguimos andando hasta llegar al primer puente de los que cruzan al sur y atraviesan ese brazo de mar que hace del Downtown de Vancouver un istmo cual cabezón de Chicote con otra cabeza encima, llamémosla Antonio el del Rocío, que sería Stanley Park, lo que viene a ser un fastrototem que precisamente aquí es tema de moda y precisamente por eso me habrá salido el símil, si en vez de leer eso y ver videos de gatitos mirara el Google maps me y le ahorraría el esfuerzo descriptivo pero como sé que no, pirata, se jode usted que lee y yo que escribo en este odioso invento que es el teclado del ipad.

Por dónde íbamos? Qué angustia chiquillo, voy a echar un piti y vuelvo, te dejo mientras viendo un par de fotos.

 

 

Volviendo al tema, ese brazo llamado, o al menos una parte, False creek, deja ver enfrente la pintoresca isla de grandville pero nosotros al llegar al puente nos metimos hacia la ciudad, al downtown y lo atravesamos en nuestro paseo hasta la otra punta y orilla donde, tras el mar se veía el distrito de North Vancouver, al que iremos el último día como dije. He de decir que la ciudad ya era en ese momento una pasada. Como no podía ser menos la mezcla de urbe y verde es perfecta. Los edificios son casi todos de una factura similar. Metal y cristal, o eso aparentan. Mucha luz es lo que buscan y consiguen, supongo que en un, imagino durísimo invierno, es gloria bendita.

 

Llegamos pues al puerto donde salen muchos ferris, hidroaviones, y demás turístiqueces, así como el transporte de línea por ferri hacia el mencionado Vancouver norte. La zona es preciosa, por lo que ví mucho de lo de esa zona es debido, cual Sevilla en expo, a las famosas olimpiadas de invierno de las que, según se ve, están bastante orgullosos. Esa zona pues lejos de suponer un punto de parada fue el de partida hacia el este y el popular y tradicional barrio de Gastown, según parece la pionera Vancouver o al menos su centro.

 

Hermoso, no sabría muy bien con qué asemejarlo, tenía un punto europeo pero tal vez tenga cierto aire a New Orleans. Nos topamos con su famoso reloj de vapor, funcionando y todo oiga y ojeamos tiendas de souvenirs por fuera, con la idea de volver después para la adquisición de los correspondientes recuerdos a amigos y familiares. Típico, coñazo, pero no por ello poco gratificante.

De allí fuimos a Chinatown (de los orientales y otros detalles ya hablaré en el resumen de Canadá al final) pero decir que el número y forma de personajes que se veían por ahí era de lo más grotesco. Un ambiente que, como calificó la siempre certera Luk por la noche se debía parecer a The Walking Dead. Tremendo y no digo más.

 

Ese camino suponìa poco a poco ir volviendo al sur y así fue, bordeamos el estadio del tan amado Hockey en estos lares, y termina,os en el segundo puente del mencionado False Creek para seguir por el paseo de la bahía hasta el enésimo parque repleto de tomadoras de sol, deportistas, niños, perros, gente lectora y demás fauna envidiable y ahí decidimos que nuestras piernas bien se merecían una cerveza local, a precio desorbitado (ya hablaré de eso) pero deliciosa. En las cercanías descubrimos un super gourmet que tenía de todo y, si olvidamos el sangramiento de bolsillo, increíble. Pensamos en comprar ahí y comer en la calle pero los precios, a primera vista, nos tiraron patrás (aunque al díamsiguiente lo hicimos). Así que con hambre atroz seguimos bahia hasta casi el final donde empezó la gran racha de acontecimientos afortunados:

 

Todo empezó frente a un edificio supermoderno que Luk dice: mira un casino, y por costumbre y querencia añadió: no vas a comprar una ficha?. En este punto resaltar que efectivamente como aficionado friki que he sido he ido recopilando fichas de la mayoría de casinos domde he estado, de 5€ o $, que comparten tamaño, forma y en el 95% de los casos el color rojo.

 

Dije, bueno, ya he perdido mucha afición así que me da lo mismo pero me animó y entramos para decirle al recepcionista si podía pasar a comprar una ficha para mi colección, porque en algunos lugares cobran, para evitarlo, y en otros directamente no me hubieran dejado entrarcon la facha chancletera que llevaba pero nada más lejos, me pregunta si voy a jugar y digo que no y me dice que palante, que se cambia en las mesas y al escuchar de luk la palabra souvenir (la gordi se va soltando con el inglés y yo me congratulo) me dice que después cuando salga le pregunte que me a a dar algo de recuerdo.

 

Me paro en la primera mesa y como curiosamente era de mi antaño juego favorito, el Blackjack y por experiencia suelen cambiar un mínimo de 10 eso hago, me guardo mis 5 coleccionables y me juego los otros. Gano, ya tengo 10, me lo vuelvo a apostar y gano, ya gengo 25 y mi ficha en el bolsillo así que dignamente me retiro dejándole 5 de propina al croupier, con mis 10$ en su sitio, mi ficha de recuerdo y otros 5 pa lo que sea menester. Podría decirse pleno si no fuera porque al salir y despedirme del de la puerta me da mi recuerdo. 5 barajas de las que, una vez usadas lo estipulado, se retiran del casino. Oh yeah!! Ahora sí que podría ser pleno si no fuera porque al salir muertos ya de hambre provocada por la birra anterior y traspasar de nuevo pero ahora en sentido contrario el estadio nos encontramos con un Macro Kirkland donde por 1’5$. Sí, 1,5 te ponen un perrito gigante con todo y bebida con refill. Lo qué? Flor en el culo? Flor en el culo y un poco de pechuga rebozada con papas pa acompañar el auténtico Lucky Combo Strike que no hablo, esta vez, de tabaco.

 

 

 

Ya nos quedaba desde allí volver a cruzar la ciudad sur-norte para hacer las compritas en Gastown y volver por la bahía, esta vez la otra, terminando de rodear asi todo el centro y de camino al hotel ver como es real y asombroso que por dos tercios de birra pagues 17$ (todo el lunch no llegó a 10). Así es la vida. Al hotel parada pa dejar bolsas y terminar el día en el lugar perfecto para ello, donde empezó. En aquella playa de los troncos…. Recuerdas?. Pues esa. En English Bay Beach, ahora repleta hasta las trancas de ambiente, música, espectáculo, buen rollo y todo en honor de una puesta de sol que para nosotros se queda.

 

Todo lo demás, el día después. Hasta entonces

 

 

 

 

2 comentarios

  1. La última foto significa algo? jajajaja. Qué guay, aunque no es mi estilo de turismo, me encanta y explicado de aquella manera, como tú sólo sabes…lo embellece aún más. Muevo la tibia y el peroné, muevo las caderas y el esternón, buena musculatura chic@s

  2. Luisa: ¿Qué pasa, que solo le sacáis fotos a los niños? Quiero ser tita… otra vez.
    Adri: Meee llammmo Barneyy Gummble y no vvoyy a irrr nunnnca a VVaanncouverr… Burrrp!

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